En la búsqueda incansable de la igualdad de género, es indispensable reconocer los avances logrados y los desafíos que aún persisten. Como lo compartí en el texto anterior, la visibilidad de las mujeres de diversos contextos emerge como un paso significativo para erradicar la violencia y promover la igualdad efectiva.
También resulta fundamental avanzar más allá de las cuotas y trabajar en propuestas concretas que impulsen la erradicación de la violencia y que promuevan la igualdad efectiva, pues los espacios ya están siendo ocupados por mujeres y aunque debemos defenderlos, hacer uso de ellos e impulsar a otras mujeres para que también lleguen a ellos, ahora toca enfocarnos en escuchar y apoyar más causas que involucran la agenda de género -y las que aún no se contemplan-, es crucial ampliar nuestro campo de acción.
El momento histórico por el que estamos atravesando es de gran relevancia, pues la presencia y la fuerza de las mujeres en los cargos de decisión son notables. Y aunque duda esperamos que este avance nos beneficie significativamente, más allá de lo que representa ocupar espacios tan importantes, si los resultados no son inmediatos o completos, es esencial seguir trabajando desde los espacios que ya ocupamos, sin importar si es un ámbito de toma de decisión o no, porque solamente un compromiso continuo será el que nos guiará en el camino hacia una sociedad más justa e igualitaria.
Les invito a seguir explorando estos temas, desafiando nuestras percepciones y fortaleciendo nuestra acción hacia un mundo en el que todas las mujeres podamos vivir libres de violencia y disfrutar de los mismos derechos y oportunidades que todas las personas.
Sabemos que debemos hacer frente a una desigualdad particular por el hecho de ser mujeres, sin embargo, existen muchos factores adicionales que la agravan incluso entre nosotras -como la discapacidad, el origen étnico, el estatus migratorio, la edad, entre otros- dejándonos en una posición de doble vulnerabilidad.
Por ejemplo, en Encuesta Nacional de Discriminación (ENADIS) 2022 elaborada por el INEGI, en colaboración con CNDH y CONAPRED, se estima que el 30.9% de las mujeres afrodescendientes han vivido alguna forma de discriminación en los últimos 5 años y que el 25.5% considera que se debe a que son mujeres afrodescendientes, es decir que se enfrentan a una doble discriminación: por el hecho de ser mujeres y por el hecho de ser afrodescendientes.
Con esto no intento decir que unas son más o menos vulnerables que otras, sino que debemos ampliar el campo de visibilidad cuando abordamos alguna problemática que tiene que ver con las mujeres o cuando proponemos nuevas estrategias, leyes o programas que busquen hacer frente a la desigualdad, es decir, que debemos tomar en cuenta el contexto y situación que atraviesan otras mujeres para así, poder hablar de una verdadera inclusión y generar un verdadero impacto al menos en la mayoría.
La discriminación que vivimos en México y en el mundo es una realidad que persiste y que se agrava por otras formas de desigualdad. Por ello, debemos visibilizar otras realidades, para atender las problemáticas de manera integral, pues al tener en cuenta la interseccionalidad es posible desarrollar estrategias para promover la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas y en ese sentido, lograr que la igualdad de género sea una realidad.
Sé que hablar de los temas involucrados en la agenda, sin duda nos inspira a reflexionar y a desafiar nuestras percepciones, sobre todo cuando ponemos sobre la mesa otros escenarios que normalmente pasan desapercibidos, por ello quiero invitarte a que sigamos profundizando sobre el camino a la igualdad. ¡Te espero en mi próximo texto!