El día que supe que estabas en mi vientre comenzó la aventura más difícil, pero también la más maravillosa y reconfortante de mi vida, me he enfrentado a todos los retos, obstáculos y hasta a diferentes grados de depresión, pero todo ello me ha hecho darme cuenta de lo fuerte y poderosa que soy.
Quien diga que es sencillo, lo invito a ponerse en mis zapatos, es cierto que cada historia es distinta y habrá algunas afortunadas que pasarán su trayecto de una manera más ligera, pero si te identificas con algo de lo que escribo, si acaso en algún momento sientes que vas a reventar de cansancio, dolor o soledad, quiero que sepas que todo es pasajero y finalmente, en la balanza, las emociones positivas superan con creces todo lo demás.
La vida no es la que nos cuentan sino la que construimos individualmente, estamos predispuestos a cumplir ciertos cánones para ser aceptados en una sociedad que no es del todo justa, por eso tendríamos que darle una vuelta a esos pensamientos, liberarnos de las cargas emocionales que nos han impuesto, romper las cadenas y recuperar nuestra potestad de decisión. ¿Cómo hacerlo?, conociéndonos, escuchando a nuestro cuerpo, guiándonos por lo que nos dicta el corazón y nos reconforta.
Hoy reconozco que mi camino ha sido a veces desastroso, pero aquí estoy, recuperando mi rumbo y reparando mi caos, porque llegó mi momento, cada día voy aprendiendo y conectando con mis emociones, ahora he vuelto a respirar con calma, estoy descubriendo la importancia de continuar persiguiendo mis sueños, quiero ser una mujer plena y feliz, estoy en el proceso. Me miro en el espejo y abrazo la nueva versión de mi persona, estoy en paz porque sé que soy yo misma, solo que transformada y renovada y lo más importante de todo, estoy convencida de que soy la mejor madre que mi hija ha podido tener, ojalá lo hubiese sabido desde el día uno, ojalá todas las madres lo supieran en ese primer instante, ojalá que nadie tuviese que pasar por esta transición sola.
Bienvenida al mundo de la maternidad.